nuestras cartas |
Rosa, desde EspejoRecuerdos del primer día que conocí Espejo de Tera.
Parte 1. La llegada. En el mes de enero de 1972, mi amigo Josete me pidió que le acompañase a Espejo, para conocer la casa que había comprado dos años antes. A 17 Km en la carretera Soria - Logroño dejamos la Nacional y nos adentramos en un camino lleno de baches y piedras que había que sortear para seguir adelante. Flanqueando el camino crecían unos pinos jóvenes recién plantados. Llegamos a la primera curva y el camino empezó a descender. Primero suave con curvas, hasta que en la última apareció una bajada larga con un gran desnivel. A un lado el monte y al otro el abismo, un cortado de bastantes metros de altura, por el que asomaban las ramas de los robles. No había más protección. Reconozco que estaba asustada. Pero el susto terminó cuando descubrí, al fondo, algo que me pareció irreal. El final de ese tortuoso camino terminaba en un puente romano - medieval. Todo el conjunto era de una gran belleza. Las enormes piedras que remataban el monte, colocadas sin ningún orden. Parecía que se iban a desprender en cualquier momento. El puente parecía traído de un cuento y colocado allí para crear algo mágico. El río el Tera bajaba con un gran caudal de agua, con una pequeña presa antes de pasar por los ojos del puente. Era el atardecer, había llovido y una luz extraña envolvía todo el conjunto. Brillaban las grandes piedras, brillaban las piedras del puente romano, cubiertas de musgo y líquenes, y brillaban las hojas de los robles con un intenso color canela. Nos quedamos un rato en aquel lugar, apreciando lo que la naturaleza y la mano del hombre nos estaba regalando. Silencio. Silencio solo roto por el murmullo del agua deslizándose entre las piedras del fondo del río Tera. Rosa
Espejo de Tera ...(Seguir leyendo) Parte 2. El pueblo. Y parte 3. La llegada.
Recuerdos del primer día que conocí Espejo de Tera.
Parte 2. El pueblo. Seguimos avanzando, el paisaje iba cambiando. El monte, ahora a la derecha. A la izquierda, una estrecha y larga planicie. Al fondo, una gran montaña por donde se ponía el sol. La cumbre se alargaba suavemente hacia los lados, confiriéndole una forma redondeada. Josete me explico que era la Sierra Carcaña, pero todos la conocían como la Calvilla, quizás por la falta de vegetación. Estaba claro que el entorno de Espejo era de una belleza singular. Enseguida a lo lejos vimos las primeras casas. Antes de llegar otra sorpresa: otro puente y otro río. Este puente costruido a finales de los 50 o principios de los 60 era sobrio y con la belleza de lo sencillo. Su río, el Razón, ese día llevaba mucha agua. Al final del puente paramos el coche y bajamos para contemplar, en toda su belleza, lo que apareció delante de nosotros. Lo primero q me llamó la atención fue la distribución de unas casas rodeando un magnífico espacio verde, la era del pueblo. Pero sobre todo impresionaba el silencio, un gran silencio. Ninguna chimenea humeando. Ninguna luz. Ninguna voz. Un pueblo vacío, vacío de vida, abandonado. Contemplando su arrañe, sus puertas. Me imaginaba a las mujeres sentadas en sus sillas de anea, afanosas en sus trabajos. A los hombres y adolescentes en los campos, labrando o cuidando de los animales. Y a los niños..... Sí. A los niños, el alma de un pueblo. Jugando en esa enorme era, llenando con sus gritos y sus juegos de alegría ese pueblo. Me preguntaba el por qué del abandono. Buscando un futuro mejor para esos niños. Josete había conocido a algún vecino como Araceli que estaba sola con sus niños pequeños, mientras el marido intentaba abrirse camino, en algún lugar, para después llevárselos a todos. Araceli fue la última persona que abandonó el pueblo en otoño de 1971. Mujer fuerte valiente y siempre dispuesta a todo. Así la describió Josete. Seguimos el camino de la derecha mientras me explicaba las razones que les llevaron a dejar Espejo. Y así llegamos al lugar más emblemático de Espejo: su iglesia. Una iglesia pequeña con mucho encanto y un lugar de encuentro para los vecinos en tantos y tantos actos. A la derecha en un prado un enorme árbol que yo no conocía. Un olmo, un majestuoso olmo. Rosa
Espejo de Tera Recuerdos del primer día que conocí Espejo de Tera.
Parte 3. La casa. Continuamos andando y enseguida tomamos un sendero que nos condujo a la esperada casa de Josete. Él, emocionado, enseñándome su casa. Era grande, con dos plantas y el desván. En el dintel dos nombres: Silvestre Calzas e Isidora Martínez. Los pelos de punta. Algo me llamó entonces la atención. No tenían cristales, ni las puertas, ni las ventanas. Tenían una pieza que se deslizaba hacia un lado y dejaba entrar luz por el pequeño hueco y permitía ventilar sin necesidad de abrirlas. La carpintería estaba en muy mal estado pero la puerta se abría con una gran llave. Abrimos y nos encontramos en el zaguán. Carecía de baldosas como toda la planta baja. El suelo era de tierra. A la derecha la cocina, con una chimenea hogar separada con un escalón del resto y con unas bonitas baldosas de colores. Un banco a la derecha y una mesita pequeña completaba el ajuar de la casa. Los muros de adobe tenían grandes chorretones de agua y barro que bajaban de las otras plantas. Subimos las escaleras que estaban en buen estado y abrimos la puerta del desván. Se veían grandes agujeros en el tejado por donde debía entrar el agua a raudales. Costaría arreglar esta casa. Lo primero sería el tejado. Lo demás, como dijo Josete, poco a poco. No había luz, ni agua. La majada, al lado de la casa, servía de servicio. Yo no me imaginaba entonces que me tocaría vivir la restauración de esta casa y trabajar en esta labor, codo con codo, con Josete. Seis meses después nos casábamos en la pequeña y hermosa iglesia de Espejo. Para entonces, en esa primavera, habían vuelto tres personas de las que se habían ido con sus familias. Y así volvieron a humear las chimeneas y se llenó de vida el pueblo con los llantos y risas de los niños. El pueblo renació. En diciembre del 73 vino la luz y en el 80 llegó el agua. Rosa Espejo de Tera
1 Comentario
Ana
15/4/2020 18:46:06
Maravillosas palabras. Un regalo escuchar recuerdos con tanta fuerza visual. Fuisteis un ejemplo de repoblación y muy valientes, os admiramos mucho. GRACIAS por compartirlo
Responder
Deja una respuesta. |
ArchivosCategorías |