I Beca de Residencia artística Creando por Soria
La I Beca de residencia artística Creando por Soria, impulsada por la actriz y gestora cultural Eva Caballero, ha nacido como un medio para generar espacios de encuentro, relación e integración entre artistas, locales y visitantes, crear tejido y activar el territorio cultural de Sotillo del Rincón.
En su primera edición al apoyo del Ministerio de Cultura y Deporte se ha unido el Ayuntamiento de Sotillo del Rincón otorgando una segunda beca, ampliando así el proyecto inicial. Siendo el objetivo de esta convocatoria convertir a esta localidad en epicentro de la vanguardia de las artes. Se alberga en una casita de arquitectura indiana. En los años 70 Emília Latorre y Derek Kelso decidieron quedarse a vivir en ella. Y la convirtieron en espacio de encuentro de personas de aquí y del mundo; donde se contaban e inventaban miles de historias; se conversaba en inglés (de Escocia), francés o italiano; se diseccionaban bichos y se amaba la música, el cine y la literatura. Sus sobrinos/as la han puesto a disposición del proyecto, convencidos/as de las posibilidades de desarrollo al aunar arte, cultura y territorio. Los becados de esta primera edición han sido Carlos Villoslada y Azucena Carbajosa , los cuales han desarrollado los proyectos La montaña Vacía y Memoria Colectiva, respectivamente. Ambos tienen como base la participación activa de los vecinos/as de Sotillo del Rincón, quienes han colaborado cediendo fotografías antiguas y objetos textiles para la elaboración de sus trabajos. Ambos proyectos empezaron a realizarse el 23 de febrero de 2020, estaba previsto realizar la exposición el 14 de marzo de 2020, en la que los artistas explicarían el proceso de creación y las piezas resultantes. Cuando las circunstancias nos lo permitan, volveremos a Sotillo del Rincón a finalizar el trabajo empezado y a disfrutar de sus parajes y sus gentes. |
Eva, desde Soria.
Jueves 12 de marzo de 2020
Hoy es mi cumpleaños, cumplo 42.
Me despierto con la misma ilusión que me da este día desde que era pequeña, noto que este año algo pasa, está todo muy raruno. Quiero creer que es por los vinos de la noche anterior, pero en mi interior se que no es así.
Desayuno en el Chayofa con Edurne, Mayte y Vity. Hoy ha salido un amplio reportaje sobre la residencia en el Heraldo de Soria, se lo enseño toda emocionada, lo vemos muy por encima, la conversación hoy es otra. Intento que no se hable del tema, pero es imposible ya ha llegado, ya está en nuestras vidas.
Cojo el coche, voy a Sotillo del Rincón a por Azucena, ha de hacer unas fotocopias en Soria para la exposición del sábado. Todo el trayecto con el tema en mi cabeza ¿cancelamos? ¿posponemos? ¿lo realizamos solo para la gente del pueblo? Escribo un wasap a mi hermana, sé que es la única persona que me ayudara a tomar la decisión.
Entro en la casa, allí están Carlos y Azucena ajenos a todo lo que está pasando, no son conscientes de la que se viene encima, yo tampoco soy consciente, nadie es consciente. Deliberamos sobre qué hacemos. Nos vamos para Soria. Carlos se queda concentrado en sus raíces.
Azu hace fotocopias. Yo espero fuera. Hablo con Ana. Mensaje de mi hermana. Anulo la entrevista de la tele. Decido posponer.
Se me olvida que es mi cumpleaños.
Sábado 14 de marzo de 2020 se declara el estado de alarma.
Hoy es mi cumpleaños, cumplo 42.
Me despierto con la misma ilusión que me da este día desde que era pequeña, noto que este año algo pasa, está todo muy raruno. Quiero creer que es por los vinos de la noche anterior, pero en mi interior se que no es así.
Desayuno en el Chayofa con Edurne, Mayte y Vity. Hoy ha salido un amplio reportaje sobre la residencia en el Heraldo de Soria, se lo enseño toda emocionada, lo vemos muy por encima, la conversación hoy es otra. Intento que no se hable del tema, pero es imposible ya ha llegado, ya está en nuestras vidas.
Cojo el coche, voy a Sotillo del Rincón a por Azucena, ha de hacer unas fotocopias en Soria para la exposición del sábado. Todo el trayecto con el tema en mi cabeza ¿cancelamos? ¿posponemos? ¿lo realizamos solo para la gente del pueblo? Escribo un wasap a mi hermana, sé que es la única persona que me ayudara a tomar la decisión.
Entro en la casa, allí están Carlos y Azucena ajenos a todo lo que está pasando, no son conscientes de la que se viene encima, yo tampoco soy consciente, nadie es consciente. Deliberamos sobre qué hacemos. Nos vamos para Soria. Carlos se queda concentrado en sus raíces.
Azu hace fotocopias. Yo espero fuera. Hablo con Ana. Mensaje de mi hermana. Anulo la entrevista de la tele. Decido posponer.
Se me olvida que es mi cumpleaños.
Sábado 14 de marzo de 2020 se declara el estado de alarma.
Eva Caballero
Soria
Soria
Azucena, desde Valladolid.
Carta desde el confinamiento.
El día 14 de marzo, escribía esto en Instagram mientras retornaba a Valladolid:
“Momentos extraños, cuando dejas etapas sin cerrar.
Un hasta luego pronunciado desde la puerta, pero con cariño y calor.
Un fuerte abrazo con Carlos Villoslada. Posiblemente el único en semanas.
Después de este paréntesis en la vida de todos, volveremos para cerrar esta etapa”.
Era el punto de partida de mi confinamiento. Fue extraño, porque durante tres semanas mi vida estuvo volcada en el desarrollo del proyecto artístico que me llevó a Sotillo del Rincón: Memoria Colectiva.
Desde el minuto uno de la llegada al pueblo, mi cabeza dejó a un lado la normalidad y la realidad vallisoletana. Me levantaba y sólo pensaba en conocer la memoria de Sotillo, en empaparme de ella entre fotos y anécdotas. Conocer a sus vecinas/os. También en disfrutar de la convivencia con Carlos y Eva. Enriquecerme de todo lo que me rodeaba. Así pasaron los días.
En la casa de Emilia, a penas hacíamos caso a las noticias en las primeras semanas. Yo bromeaba con el coronavirus. Como tantos otros, creía que en las sociedades occidentales estábamos preparados. Pero no era así. Otro zasca a la inconsciencia colonial de nuestra cultura europeísta.
Estábamos entregados a los proyectos y a deleitarnos en su proceso. Pero en esa última semana, entre nervios de que se acercaba el momento final de la residencia artística, fue inevitable que algunas noticias se colaran en la casa. El cierre eminente de Madrid, País Vasco o La Rioja desestabilizó nuestras energías. Intentábamos no pensar, seguir centrados en los proyectos.
El jueves 12 se tomó la decisión de aplazar la presentación de los proyectos que iban a tener lugar el mismo 14 de marzo. De la noche a la mañana, teníamos que tomar distancia física con los vecinas/os que días antes estaban colaborando en los trabajos. Fue difícil despedirnos de ellas y de ellos. Yo tengo acumuladas en el pecho, las ganas de darles un abrazo cálido, en agradecimiento a lo bien que nos acogieron y a su colaboración.
Aún más raro fue cuando me recogieron mi hermana y mi cuñado. No querían abrazarme ni besarme para evitar contagiarme. Había posibilidades de que mi cuñado tuviera el virus. Verle con la mascarilla, también fue extraño. Aunque Valladolid no estaba en la situación de otras ciudades, ya estaban saliendo casos. En cuanto guardé la maleta nos fuimos del pueblo. La frialdad del momento no se me quita de encima.
Mientras dejaba atrás Sotillo el mismo 14, un ovillo de sentimientos y pensamientos viajaban de mi tripa a mi cabeza y de mi cabeza a mi pecho. Por un lado estaba en plena asimilación de todo lo vivido las semanas anteriores. Por otro lado, me inundaba un shock de no saber que me iba a encontrar. Entre las hermanas nos prohibimos ir al pueblo para que mis padres estuvieran aislados, pues son personas de riesgo. Es decir, me confinaba en Valladolid capital. Pero la hermana con la que vivo allí, es personal sanitario en una zona limpia del hospital (zona donde no entran coronavirus) y debía estar en el mayor aislamiento posible para no caer enferma. No sabía qué hacer.
Poco a poco el confinamiento se me hacía tangible. Hicimos una parada durante el viaje de vuelta en Peñafiel. Subimos al Castillo en coche para evitar cruzarnos con gente. Con vistas al ocaso, se decidió que mi hermana y mi cuñado me acogían en su casa. Total, tres horas en un coche, si mi cuñado estaba contagiado ya nos lo habría pegado.
Pues bien, aquí sigo, escribiendo estas palabras desde su casa.
En un momento como este, es cuando te das cuenta de lo importante que es la familia, el pasarlo en tu casa. Pero sobre todo, de que el ser humano es un animal sociable, que necesita de otros seres humanos para su supervivencia. Aunque estas situaciones nos superan a todos. Lo mejor de la cuarentena, que tendremos que volver a Sotillo del Rincón para acabar lo empezado, cuando todo esto acabe.
Quiero terminar la carta hablando de memoria, pues es el material con el que realicé el proyecto en Sotillo. La memoria es lo más preciado que tiene una sociedad. Es el vínculo con el pasado que nos construye en el presente. Y la cultura es el gran aliado de la memoria, pues es la que deja constancia de los hechos que formarán parte de esa memoria. Proyecto Valle de Encuentro, es ejemplo de esto. Materializar la vivencia de lo que sin duda es un hecho histórico: la pandemia del Covid-19. Que la propia población establezca su relato, es la mar de interesante. Será el contrapunto al relato de los medios de comunicación.
Memoria. Memoria porque nunca olvidaré las semanas vividas durante la I Beca de Residencia Artística Creando por Soria. No olvidaré Sotillo, pero sobre todo sus gentes.
Pero también es importante que no olvidemos todo lo que sucedió antes del confinamiento. Reclamaciones de igualdad, de sostenibilidad. De recuperar nuestros pueblos, de blindar las pensiones o de proteger a nuestro sector primario. Retomar las luchas donde quedaron y sumar, más que nunca, el derecho a una sanidad pública y de calidad y unos servicios sociales desprivatizados.
Reflexionar durante la cuarentena para actuar cuando salgamos.
El día 14 de marzo, escribía esto en Instagram mientras retornaba a Valladolid:
“Momentos extraños, cuando dejas etapas sin cerrar.
Un hasta luego pronunciado desde la puerta, pero con cariño y calor.
Un fuerte abrazo con Carlos Villoslada. Posiblemente el único en semanas.
Después de este paréntesis en la vida de todos, volveremos para cerrar esta etapa”.
Era el punto de partida de mi confinamiento. Fue extraño, porque durante tres semanas mi vida estuvo volcada en el desarrollo del proyecto artístico que me llevó a Sotillo del Rincón: Memoria Colectiva.
Desde el minuto uno de la llegada al pueblo, mi cabeza dejó a un lado la normalidad y la realidad vallisoletana. Me levantaba y sólo pensaba en conocer la memoria de Sotillo, en empaparme de ella entre fotos y anécdotas. Conocer a sus vecinas/os. También en disfrutar de la convivencia con Carlos y Eva. Enriquecerme de todo lo que me rodeaba. Así pasaron los días.
En la casa de Emilia, a penas hacíamos caso a las noticias en las primeras semanas. Yo bromeaba con el coronavirus. Como tantos otros, creía que en las sociedades occidentales estábamos preparados. Pero no era así. Otro zasca a la inconsciencia colonial de nuestra cultura europeísta.
Estábamos entregados a los proyectos y a deleitarnos en su proceso. Pero en esa última semana, entre nervios de que se acercaba el momento final de la residencia artística, fue inevitable que algunas noticias se colaran en la casa. El cierre eminente de Madrid, País Vasco o La Rioja desestabilizó nuestras energías. Intentábamos no pensar, seguir centrados en los proyectos.
El jueves 12 se tomó la decisión de aplazar la presentación de los proyectos que iban a tener lugar el mismo 14 de marzo. De la noche a la mañana, teníamos que tomar distancia física con los vecinas/os que días antes estaban colaborando en los trabajos. Fue difícil despedirnos de ellas y de ellos. Yo tengo acumuladas en el pecho, las ganas de darles un abrazo cálido, en agradecimiento a lo bien que nos acogieron y a su colaboración.
Aún más raro fue cuando me recogieron mi hermana y mi cuñado. No querían abrazarme ni besarme para evitar contagiarme. Había posibilidades de que mi cuñado tuviera el virus. Verle con la mascarilla, también fue extraño. Aunque Valladolid no estaba en la situación de otras ciudades, ya estaban saliendo casos. En cuanto guardé la maleta nos fuimos del pueblo. La frialdad del momento no se me quita de encima.
Mientras dejaba atrás Sotillo el mismo 14, un ovillo de sentimientos y pensamientos viajaban de mi tripa a mi cabeza y de mi cabeza a mi pecho. Por un lado estaba en plena asimilación de todo lo vivido las semanas anteriores. Por otro lado, me inundaba un shock de no saber que me iba a encontrar. Entre las hermanas nos prohibimos ir al pueblo para que mis padres estuvieran aislados, pues son personas de riesgo. Es decir, me confinaba en Valladolid capital. Pero la hermana con la que vivo allí, es personal sanitario en una zona limpia del hospital (zona donde no entran coronavirus) y debía estar en el mayor aislamiento posible para no caer enferma. No sabía qué hacer.
Poco a poco el confinamiento se me hacía tangible. Hicimos una parada durante el viaje de vuelta en Peñafiel. Subimos al Castillo en coche para evitar cruzarnos con gente. Con vistas al ocaso, se decidió que mi hermana y mi cuñado me acogían en su casa. Total, tres horas en un coche, si mi cuñado estaba contagiado ya nos lo habría pegado.
Pues bien, aquí sigo, escribiendo estas palabras desde su casa.
En un momento como este, es cuando te das cuenta de lo importante que es la familia, el pasarlo en tu casa. Pero sobre todo, de que el ser humano es un animal sociable, que necesita de otros seres humanos para su supervivencia. Aunque estas situaciones nos superan a todos. Lo mejor de la cuarentena, que tendremos que volver a Sotillo del Rincón para acabar lo empezado, cuando todo esto acabe.
Quiero terminar la carta hablando de memoria, pues es el material con el que realicé el proyecto en Sotillo. La memoria es lo más preciado que tiene una sociedad. Es el vínculo con el pasado que nos construye en el presente. Y la cultura es el gran aliado de la memoria, pues es la que deja constancia de los hechos que formarán parte de esa memoria. Proyecto Valle de Encuentro, es ejemplo de esto. Materializar la vivencia de lo que sin duda es un hecho histórico: la pandemia del Covid-19. Que la propia población establezca su relato, es la mar de interesante. Será el contrapunto al relato de los medios de comunicación.
Memoria. Memoria porque nunca olvidaré las semanas vividas durante la I Beca de Residencia Artística Creando por Soria. No olvidaré Sotillo, pero sobre todo sus gentes.
Pero también es importante que no olvidemos todo lo que sucedió antes del confinamiento. Reclamaciones de igualdad, de sostenibilidad. De recuperar nuestros pueblos, de blindar las pensiones o de proteger a nuestro sector primario. Retomar las luchas donde quedaron y sumar, más que nunca, el derecho a una sanidad pública y de calidad y unos servicios sociales desprivatizados.
Reflexionar durante la cuarentena para actuar cuando salgamos.
Valladolid. 13 de Abril de 2020.
Azucena Carbajosa Rodríguez
Valladolid.
Valladolid.